Titulado hace siete años de Kinesiología UNAB, Óscar Arellano, ya tiene una potente trayectoria, potenciada por la responsabilidad de estar en la “primera línea” en la lucha contra el COVID-19. Hoy, este kinesiólogo es jefe técnico del equipo de kinesiología intensiva y soporte ventilatorio del Hospital de Urgencia y Asistencia Pública, parte del equipo de la Unidad de Paciente Crítico Adulto de la Clínica INDISA y docente. Esta es la historia de un gran Orgullo UNAB.
“Quería estudiar biología y, a raíz de eso, comencé a indagar en las carreras relacionadas con la salud. Fue algo azaroso, pero estoy muy contento”, reconoce Óscar Leonardo Arellano Pérez al momento de responder por qué estudió kinesiología.
Hoy, a sus 31 años y tras haberse titulado en 2013 de Kinesiología UNAB, confiesa que está feliz trabajando en la Unidad de Paciente Crítico Adulto de la Clínica INDISA, como jefe técnico del equipo de kinesiología intensiva y soporte ventilatorio del Hospital de Urgencia y Asistencia Pública, y como docente en la U. Bernardo O’Higgins.
Un joven profesional en constante movimiento y que se vio al frente de equipos de salud, que por el azar, tuvieron que luchar contra una de las pandemias más severas de la historia.
¿Qué han significado en lo personal y profesional estos meses de pandemia en tu vida?
Los meses de pandemia fueron de crecimiento en lo profesional. A pesar de llevar algunos años en UCI, nos enfrentamos a una enfermedad nueva, con características que aprendimos en la práctica clínica y con el estudio. En lo personal, fueron meses duros, carga laboral alta y vimos muchos pacientes graves con un estado crítico tal, que la muerte era inminente.
¿Recuerdas algún momento crítico que tuviste que enfrentar?
Un momento crítico fue cuando una jefatura de enfermería me solicitó ir a la urgencia en turno de noche y colaborar con la elección de pacientes que requerían ventilación mecánica. Teníamos un nivel de ocupación tan alto, que los ventiladores mecánicos disponibles disminuyeron de forma importante. Puede parecer un momento “no crítico”, pero en lo personal requirió reflexión posterior, ¿a qué punto está llegando la pandemia?
¿Lloraste en algún instante en este tiempo?
A pesar del estrés y la carga asistencial tan alta, no. Pero fue duro y compañeros de trabajo, kinesiólogos y enfermeras, si lo hicieron, incluso en turno. Creo que la gente no tiene noción de la carga laboral y el estrés emocional para el personal de salud en el peak de la pandemia.
“Un momento crítico fue cuando una jefatura de enfermería me solicitó ir a la urgencia en turno de noche y colaborar con la elección de pacientes que requerían ventilación mecánica. Teníamos un nivel de ocupación tan alto, que los ventiladores mecánicos disponibles disminuyeron de forma importante”.
¿Crees que Chile ya está saliendo de la pandemia?
Creo que estamos en una fase de disminución de los casos, pero de transición, ya que de acuerdo a la experiencia en el extranjero, el segundo período con aumentos de los casos es inminente.
¿Volverías a estudiar kinesiología?
Sí, aunque me encantaría que existiera la carrera de Terapia Respiratoria en Chile. Sin duda, trataría de ingresar.
¿Cómo crees que se ve hoy el rol del kinesiólogo?
El kinesiólogo se visibilizó gracias a la pandemia. Muchas veces me dijeron ¿Qué hace el kinesiólogo en la UCI? ¿kinesiólogo en la UCI? Gracias a la pandemia, la gente tiene alguna idea de que es lo que hace el kinesiólogo en las unidades de paciente crítico, cuál es su importancia y rol. Sin embargo, es un punto de partida, aún es necesario generar políticas públicas que aseguren la presencia del kinesiólogo en la unidad de paciente crítico, así como en otros servicios, ya que nuestra labor es fundamental e imprescindible, y esta premisa se debe mantener en el tiempo y no sólo producto de la pandemia.
¿Cómo te imaginas en 20 años más?
La verdad no me imagino trabajando en algo no relacionado a la kinesiología intensiva y en la docencia.